Adiós mundo cruel (Dylan)

Era un día como otro cualquiera. El despertador me sonó una hora antes de empezar las clases, ya que siempre me duchaba a primera hora. Desde que perdí la virginidad con Dylan en esa misma cama, por las noches me entraban unas ganas enormes de masturbarme y sólo,  la única persona que ocupada mis sentimientos mientras me tocaba, era Dylan.  ¿Por qué me tuve que fijar en él? Total, las mujeres solo son un mero juguete sexual con el que desahogarse, dudaba mucho que estuviera enamorado de alguien. También cabe decir, que jamás había olvidado aquella sensación, pero también tenía que decir, que esa situación no se volvió a repetir, por mucho que lo deseaba. Quería sentir sus labios otra vez sobre los míos, sentir como él se apoderaba de mi cuerpo, pero sabía que eso era un sueño muy complicado de conseguir. Sabía que, si lo volvía a repetir, me seguiría doliendo pero eso me importaba más bien poco, yo solo quería sentir su miembro azotándome y dándome placer. Sacudí la cabeza para olvidarme de esos pensamientos, ya que me empezaba a excitar y ahora solo era hora de ducharme e irme a clase. Mientras me duchaba, seguía pensando en lo mismo, aunque bien sabía que me había utilizado como otra cualquiera pero, en el fondo, estaba feliz si de alguna manera se pudiera llamar a aquello. Me vestí y después cogí las cosas y me fui directa para clase, sin ningún tipo de prisa.

Al llega,  pude percatarme que él aún no había llegado, pero eso no importaba, él estaba con su familia y por ello, siempre podía tardar un poco más de lo que podría yo tardar. Me senté en mi sitio y saqué las cosas para empezar a estudiar un poco lo que íbamos a dar ese día. Al poco, él llegó y un pequeño rubor colorió mis mejillas, pero bajé la mirada y seguí con lo mío.   Cuando él me dio los buenos días, se los respondí de igual manera pero de una manera seca. La clase empezó y estuve atenta a lo que el profesor decía,  pero aquel olor que emanaba de él a colonia y desodorante no podía dejarme concentrarme. Hacia tan buen olor… que me daban ganas de tirarme encima suyo y hacerlo mío otra vez, pero sabía que ese no era momento de hacerlo. Sacudí la cabeza para evadir los pensamientos que azotaban mi cabeza. Venga Luxia, concéntrate.

Al salir de clase, él me paró, ya que desde que nos acostamos, lo había estado evadiendo. ¿El motivo? Ni yo misma lo sabía, quizás era porque quería defenderme y no quería seguir haciéndome más daño del que ya tenía. Como era de esperar, acabamos discutiendo, pero en un momento dado, Rike, una de sus hermanas mellizas, lo llamó que lo necesitaba en unos deberes que no entendía. Menos mal que ella me salvó de esa, del cual pude irme hacia mi habitación. La sorpresa fue, que Jason me estaba esperando delante de la puerta sin dejarme entrar. Le pedí por favor que me dejase, pero él lo único que hizo, fue cogerme de los brazos, enterarme a la fuerza y tumbarme en la cama boca abajo. ¿Pero qué coño estaba pasando? Él me dijo que se enteró que me había acostado con Dylan y no con él. Le respondí que eso pasó porque pasó, yo no escogí con quién. Aunque al querer levantarme, él me estampó la cabeza contra el colchón, susurrándome que las iba a pagar caras. Me estaba asustando, la verdad, odiaba a ese muchacho y mi cuerpo empezó a temblar.  Me quitó los pantalones y, al darme cuenta lo que quería hacer, empecé a zafarme de él, chillando que me dejase en paz, pero él me tapó la boca. No podía morderlo, no podía hacer nada, estaba asustada y tampoco sabía cómo reaccionar. Ojalá fuera Dylan quien me tuviera en esa postura, pero cuando me quise dar cuenta, él entró en mí con brusquedad, provocándome un dolor indescriptible.  Las lágrimas empezaban a bajar por mis mejillas mientras él no paraba de embestirme con fuerza.

Al poco, él terminó y me pegó un puñetazo en la mejilla, advirtiéndome que, si lo decía a alguien, iba a pagarlo bien caro. No paraba de llorar desconsoladamente, sintiéndome como una mierda de persona. Cuando pude reponerme un poco, cogí un cuchillo que tenía guardado y, temblando, me fui al baño, me metí en la bañera y, mientras no paraba de llorar, me puse el cuchillo en el brazo, dispuesta a acabar con mi vida, deseando que nadie llegase en aquel momento. Sólo sentir el frío filo sobre mi piel, empecé a temblar más, pensando en mis hermanas, qué sería de ellas si yo no estuviera… aunque en ese momento,  me dio igual todo. Fue cuando me clavé el cuchillo, que escuché unos pasos apurados por el pasillo y alguien entrar en la habitación, pero algo de sangre ya empezaba a emanar de mi brazo y tenía intención de seguir…

¿Sabéis lo que era tener un sueño erótico noche tras noche? Yo sí, pero no penséis que la mujer era diferente en cada sueño, no. Luxia era la protagonista indiscutible de todos esos sueños. Y no me molestaba tenerlos, ya que era muy imbécil para decirle lo que sentía o incluso para volver a comérmela como aquel día... al menos, tenía aquellos sueños. Claro que lo malo de los sueños es que son eso y solo duran hasta que te despiertas. Cuando tenías hermanos y uno de ellos era tu hermano gemelo... pues la cosa se volvía jodidamente mala. Eso es lo que había pasado aquella mañana, mi despertador no había sonado aún y yo no quería que lo hiciese porque estaba demasiado bien en aquel sueño donde estaba penetrando a Luxia y sin dejar de besarla. Sintiendo aquello que desearía volver a sentir estando despierto... mejor sueño imposible. Dormía abrazado a la almohada, boca abajo, la espalda al descubierto y la sábana tapando lo justo y necesario, no noté que una mano masculina me paraba la alarma del despertador para después empezar a gritar que me despertaste... lo hice, sobresaltado y asesinando con la mirada a Nahem, aquella copia barata que se hacía llamar mi gemelo. No salí corriendo detrás de él cuando salió corriendo de mi cuarto porque iba desnudo y tras el sueño estaba empalmado, pero me fui a la ducha y mi erección bajó bastante. Me vestí y bajé a desayunar con la familia, allí sí que me tiré encima de mi hermano e hicimos lo que hacíamos siempre que pasaban esas cosas. Después, besé a todos y achuché a mis pequeñas enanas.

El desayuno pasó entre risas y charlas, éramos una familia grande (y si mis padres no dejaban de adoptar gente, no dejaríamos nunca de crecer) pero todos nos llevábamos bien y nos queríamos con locura. Como siempre, Dean y Tara se fueron antes que los demás para llevar las niñas al colegio y es que aunque eran jóvenes y estudiantes cuidaban a sus hijas de la mejor manera. Después, todos los demás nos fuimos a la universidad y es que vernos entrar en ella era todo un espectáculo... cómo para no, éramos una familia enorme y todos los hermanos estudiábamos en la misma universidad, un show. Después de quedarnos hablando un rato, cada uno se fue hacia la clase que le tocaba y yo llegué a la mía, entré corriendo y riendo evitando que mi gemelo me agarrase por una broma que le había hecho. Ya dentro, pude ver a Luxia en la mesa al lado de la mía. Aquella mujer me hacía desear tenerla para mí todos los minutos del día, si por mi fuese la tendría siempre a mi lado, pero era un estúpido que no decía lo que sentía. Le sonreí tras sentarme a su lado y le di los buenos días, habíamos empezado de nuevo con aquel juego en el que yo la seguía y ella me ignoraba y me evitaba. ¡Otra vez, no, por dios! No pude enfrentarla porque la clase había empezado y yo había querido matar al profesor por no dejarme hacer lo que yo quería. Me centré en lo que nos contaba y tomaba todos los apuntes que necesitaba.

Al acabar, me levanté rápidamente con mis cosas recogidas para parar a Luxia y la encaré sobre lo que estaba haciendo. Como era normal en nosotros, acabamos discutiendo y admito que me estaba calentando y habría sido capaz de cualquier cosa para conseguir callarla. Pero Rike apareció pidiéndome ayuda con unos deberes que no entendía, sabía que no era superdotado, pero se me quedaban fácilmente las cosas y mis hermanos (sobre todo los menores y mis mellizas) me pedían ayuda cosa a la que no podía negarme, gruñí yéndome con ella y mientras la ayudaba, me pude calmar y más cuando la preciosa de mi hermana me abrazó y besó mi mejilla dándome las gracias, admito que la abracé con fuerza contra mí y me la comí a besos. -Mi enana preciosa…- Dije mirándola antes de besarle la nariz, haciendo que ella la arrugase y se quejase, pero me encantaba que lo hiciese. La dejé que se fuese con su novio y yo me fui de allí encontrándome con Nahem, me preguntó dónde iba y al decirle que iba a buscar a Luxia a su cuarto, me dijo que me acompañaría hasta allí.

Íbamos hablando los dos tranquilamente, él me picaba pero yo sabía que no lo hacía con mala fe. Pero cuando ya estábamos llegando a la habitación de Luxia, nos cruzamos con Jason y aquellos nos tensó a mi gemelo y a mí. No nos llevábamos bien con aquel imbécil, yo lo odiaba con toda mi alma y sabía bien que Nahem quizás no lo hacía tanto, pero también lo hacía. Al imbécil tampoco le caíamos bien, pero pensaba en ignorarlo y seguir mi camino con mi gemelo. Pero de pronto, Jason se paró delante de nosotros y me miró sobre todo a mí, pero sonrió de una manera que ya me cabreó. -Al final, no eres tan gilipollas, Dylan.- Fruncí el ceño ante aquellas palabras, no sabía de que hablaba y mi idea de ignorarle se fue a la mierda. -¿De qué coño estás hablando?- Mis puños ya se estaban cerrando y noté como Nahem me ponía la mano en el hombro para calmarme. -Te tiraste a Luxia y joder, que buena está y que bien se siente cuando lo haces… aunque sea a la fue…- No hizo falta que acabase aquella palabra porque había entendido que había violado a Luxia.

Ni siquiera Nahem me pudo detener, antes de que aquel estúpido acabase de hablar, me lancé contra él, una de mis manos lo agarró de su chaqueta y la otra que ya estaba cerrada en un puño, lo golpee en la mejilla y no se cayó gracias a que lo tenía agarrado, pero después de eso se lo lancé a mi hermano, viendo como este lo agarraba. -¡Como vuelvas a tocar a Luxia, te mato hijo de puta! Ella es sagrada y me da igual lo que me pase a mí, pero como vuelvas a tocar te juro que me verás a mí antes de morir. ¡Ocúpate de él, Nahem!- La rabia estaba corriendo por mis venas y lo último se lo había gritado a mi hermano antes de salir corriendo.

Tenía miedo por saber el estado de Luxia tras lo que había hecho el imbécil de Jason, llegué rápidamente a la habitación de ella. Abrí la habitación de golpe, pero ella no estaba allí aunque la cama ya daba un poco de pista sobre lo que había pasado. -¡Luxia!- Grité antes de que algo me iluminó la mente y me giré hacia la puerta del baño, la abrí de golpe y me encontré a Luxia en la bañera, cortándose el brazo… sabía lo que quería hacer y mi miedo se activo. -¡Lux!- Sabia que la tenía que detener, corrí hasta ella y forcejee un poco con ella hasta quitarle el cuchillo y lanzarlo al suelo, lejos de ella, me levanté de nuevo para correr hacia el botiquín, buscando las gasas, pero las manos me temblaban y tiré muchas cosas al suelo antes de coger lo que necesitaba. Volví a su lado, cogí un par de gasas y las apreté contra su brazo, primero quería parar la sangre. -¡¿Pero qué ibas a hacer, idiota?!- Dije casi gritando, mirándola a los ojos, había estado a punto de perderla y eso me llenaba de miedo. No dejaba de apretar la gasa contra el corte que se había hecho, estaba a punto de llorar y es que aquello podía conmigo.

Yo sabía que estaba siendo egoísta, pero no sabía exactamente qué me había llevado a hacer eso. Ni pensar en Cyndie, Nharsula ni Dylan, aunque no lo admitiera, no me provocaba pensar lo contrario de lo que estaba haciendo. La sangre emanaba de mi cuerpo y pintaba mis piernas y las paredes de la ducha mientras mis lágrimas no paraban de caer sin cesar. ¿Por qué hacía eso? ¿Qué me incitaba a quererme suicidar? ¿por una mera violación? ¿Tan inmadura era que exageraba? Millones de preguntas azotaban mi cabeza, cuando de repente, escuché como alguien entraba en habitación y, acto después, el que entraba vi que era Dylan. Me mordí el labio inferior, pero mi cuerpo seguía sin obedecerme, seguía apretando contra mi piel y bajando, pero él me cogió de las manos y forcejeó hasta quitarme el tirándolo lejos. En ese momento, me di cuenta que la jodí, al ver la preocupación de él al ver que intentaba quitarme la vida, fue la bofetada que necesitaba para despertar. Me llevé las manos a la cabeza sin importarme mancharme de sangre. Lloré, lloré como nunca había llorado, pegándome interiormente por idiota. Cuando él llegó con las gasas, no opuse resistencia, porque bien sabía que la había jodido y ya, la pérdida de sangre, me estaba afectando y me estaba mareando. El puñetazo de la mejilla se notaba más de lo que debería. Dejé que me curase, pero cuando él me chilló, cerré los ojos y me encogí ligeramente.

Se notaba nervioso y me mordí el labio inferior y, lo único que hice fue abrazarlo y seguir llorando como una niña pequeña, asustada, temblando… - Lo siento, Dylan, lo siento muchísimo, soy una completa idiota, no debería haberlo hecho, lo siento de verdad… soy una puta inmadura cobarde que no sirve para nada. – dije mientras no paraba de llorar, aferrándome a su ropa. ¿Qué pasaría ahora? Igualmente, ni me acordaba que estaba desnuda por la parte de abajo, eso no era nada importante ahora, seguro que ahora me iba a caer la bronca del siglo por haber sido una maldita egoísta…

El miedo se me notaba en cada facción de mi rostro, en cada movimiento y en cada palabra que salía de entre mis labios. El solo pensamiento de perderla me provocaba un dolor tan agudo que amenazaba con impedir el paso de aire a mis pulmones, en matarme… pero es lo que sentía con solo pensar en que de no haber llegado, ella podría haber muerto. No podía vivir sin ella, por mucho que no lo dijese nunca, ella era mi mundo y no podía negarlo. De perderla, me volvería loco, no me cabía duda alguna, y el único culpable de todo aquello habría sido Jason porque había sido el que había decidido violar a mi pequeña. Si ella hubiese llegado a morir, estaba seguro que hubiese matado a Jason con mis manos, habría acabado en la cárcel y destrozando a mi familia por ello, pero habría vengado a aquella que era el amor de mi vida sin que yo fuese capaz de decirle nada. Pero ahora había llegado y no la iba a dejar morir, apretaba la gasa contra la herida intentando parar su sangre, mirándola al rostro. Estaba fuera de mí, el miedo había sido demasiado grande y no había podido evitar el gritarle aunque no había sido mi intención.

No me esperaba que me abrazase, tuve que mover mi brazo para seguir aguantando la gasa y la abracé con el brazo libre. La sentía temblar en mis brazos y eso me llenaba de ira hacia Jason, como lo pillase le recompondrían la dentadura en Transilvania. Pero ahora solo me importaba Luxia, la abrazaba con fuerza contra mí, besándole la cabeza antes de escucharla hablar. Pero sus palabras me marcaron y la aparté un poco para verla a los ojos, secándole las lágrimas que caían de sus hermosos ojos. -Eh, no vuelvas a repetir eso nunca más. No eres nada de eso, aquí el único culpable es el hijo de puta de Jason. Tú no eres culpable de nada, ¿vale? Has tenido un hecho duro, te han violado y eso es duro, pequeña. Pero no eres nada de eso, así que ahora mismo vas a hacerme caso. Primero aguanta la gasa contra tu herida.- Cuando lo hizo me levanté y cogí unas vendas que se habían caído cuando mis manos temblaban, cogí el esparadrapo y volví a su lado, envolviéndole la herida con la venda y poniéndole el esparadrapo.

Después de eso, le acaricié la mejilla con una de mis manos, quería calmarla y hacer que se sintiese mejor. -Bien, ahora vamos a deshacernos de esta ropa y vamos a quitarte está sangre de encima, lo difícil va a ser quitarla de la ropa.- Dije quitándole la camiseta y el sujetador, me levanté de nuevo y le di un beso en el hombro, llenando el lavamanos de agua caliente y metiendo la ropa manchada de sangre dentro, después volví a su lado. Regulé el agua de la ducha hasta que estuvo a la temperatura adecuada y la empecé a mojar y viendo como la sangre de iba con el agua, le tapé los ojos con una de mis manos cuando le eché el agua por encima de su cabeza para mojarle el pelo. Al acabar, paré el agua y aunque estuve tentado de limpiarla con mis manos, sabía que no era lo correcto después de lo que había pasado. No negaba que me excitaba verla de ese modo, pero después de una violación nadie pensaría en acostarse con otra persona, así que cogí una esponja, le llene de jabón y empecé a pasarla por su cuerpo con cuidado, lentamente, limpiándola bien. Incluso la levanté un poco para poder limpiarle su trasero, obviando el brazo con la venda, al acabar con su cuerpo, le quité todo el jabón y después, le enjaboné el cabello, limpiándoselo bien y quitándole todo el jabón después. Primero, le envolví el pelo en una toalla, después la ayudé a ponerse de pie en la bañera, envolviéndole el cuerpo con otra.

La cogí en brazos, llevándola hasta el WC y sentándola allí, mirándola de aquella manera especial que solo me provocaba Luxia. -Ahora vamos a curarte bien esa herida, preciosa.- Dije sonriéndole, agachándome y cogiendo todo lo que necesitaba, echándole las cosas en la herida con cuidad, limpiándola y volviendo a vendársela con cuidado, besando esta. -No te muevas.- Dije antes de salir a su cuarto, busqué en su cómoda y armario hagas encontrar ropa interior limpia y un pijama cómodo. Volví con ella, la puse en pie y después de secarla bien con la toalla, la ayudé a ponerse la ropa aunque más bien se podía decir que la estaba vistiendo. Después de eso, la giré y le acabé de secar el pelo, quitándole la toalla y cogiendo el cepillo, peinándola con cuidado. Cuando ya estaba lista, la giré y la miré a los ojos, cogiéndola del rostro con las dos manos y acariciándole las mejillas con los dedos. -Y ahora nos vamos a quedar todo lo que queda de día en tu cuarto, vamos a ver la televisión y vamos a estar tranquilos, ¿de acuerdo?- Dije cogiéndola en brazos aunque tenerla delante de mí cogiéndole el rostro me había tentado de besarla, pero no era el momento. Después de eso, la cogí en brazos, la llevé a la cama y la tumbé allí, tumbándome después yo. La abracé y la miré. -¿Cómo estás?- Le pregunté mirándola preocupado.